Un mes ya no es el tiempo largo que antes pensaba. Ahora parece que anduviera de afán, que buscara el final sin ningún reparo. Y con todo ello nosotros tratamos de sentirlo y frenarlo. Tal vez, no lo esté viendo con buena perspectiva, puede ser que para otros se haya detenido en cada hora, en cada día. Quizá, estemos jugando a turnar cuándo se congela, a decidir cuándo se reinicia. A ponerlo a nuestro favor, a tenerlo en nuestra contra. A veces pienso que disponemos sólo de un mes, sólo de esa fracción de año para accionar nuestra vida, y a pesar de estar sumando, multiplicando y restando en esta condición temporal provocante y delirante, todavía es exagerado lo que tarda un mes en acabarse para verte de nuevo. Agosto 18 de 2017